DESPRENDERSE

DESPRENDERSE




“Estoy seguro que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes espirituales, ni el presente, ni el futuro, ni las fuerzas del universo, sean de los cielos, sean de los abismos, ni criatura alguna, podrá apartarnos del amor de Dios que encontramos en Cristo Jesús, nuestro Señor.” Romanos 8: 38-39

Tener la capacidad de desprenderse es un principio de salud mental y de espiritualidad, no me refiero a ser un conformista y dejar de luchar, me refiero a tener la capacidad de cambiar, de crecer y para eso con frecuencia hay que abandonar, morir a viejos estilos de vida.

Todos vamos a envejecer pero no todos vamos a crecer, no todos vamos a adquirir sabiduría, creo que esa sabiduría se adquiere en la medida que se van superando situaciones, que se van dejando cosas atrás que se van identificando prioridades en la vida.
Espero no quedarme en el pasado, pensando en cosas de niños o de adolescentes, deseo llegar a viejo pensando en situaciones más importantes que el “¿Qué dirán?” o “¿Cómo me veo?”

A eso me refiero, a la posibilidad de dejar a tras los prejuicios y colocar la vida en Dios, en la espiritualidad que es el centro de todo, la fuerza de la que provienen las ganas de vivir.

Desprenderse implica descubrir que no son las cosas, las personas o las situaciones las que me hacen feliz, sino una actitud vital, descubrir que el amor no debe ser exclusivo sino universal, que el amor es una manera de relacionarse con el mundo y conmigo mismo, eso es desprenderse, descubrir que ese amor que me llena y que es Dios es lo único que necesito para seguir, para luchar, para disfrutar de esta vida.


Puedes tener miedo de abandonar tus apegos, de desechar tus riquezas, de desprenderte de las fotografías del pasado, inmóviles y muertas, pero en el fondo sabes que todo eso ya pasó, que ya no está y que lo único que tienes es este instante y que para poder moverte aquí y ahora hay debes soltar.

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