SANANDO HERIDAS
SANANDO HERIDAS
Puedes
sanar las heridas de tu corazón acudiendo a Dios, al poder de la oración y de
los sacramentos, al compartir con tu comunidad sobre los eventos dolorosos para
superarlos.
Sanar
las heridas es indispensable si deseas alcanzar más logros en tu vida y evitar
lastimar a otras personas.
Fortalece
tu oración personal sosteniendo a diario un dialogo con Dios sincero en el que
agradezcas por todas las cosas buenas que acontecen en tu vida, pedir con
honestidad por las áreas de tu vida que se encuentran débiles y pedir sanación
a tus heridas.
Cuando
sanes tus heridas encontraras un nuevo aliento, unas nuevas fuerzas, unos
nuevos motivos para salir adelante, serás consciente de todos los motivos que
existen en tu vida para ser feliz y dejaras de victimizarte.
Empieza
a sanar tus heridas cuando dejas de repetirte reiterativamente que lo sucedido
fue doloroso, que es catastrófico, terrible, y que no lo soportas, empezarás a
sanar cuando dejes de mostrarte ante los demás como una víctima, como un actor
pasivo de todas las cosas que ocurren.
Iniciarás
un proceso de sanación de las heridas cuando entregues al mundo eso que tanto
exiges para ti, cuando empieces a dar respeto, palabras de aliento, amor y
perdón.
Tu
sanación interior será más evidente cuando empieces a vivir sin miedo, cuando
te arriesgues a hacer las cosas que antes evitabas hacer, cuando te des la
posibilidad de volver a intentarlo.
Arriésgate
a ser feliz, Dios te está sanando, te ha dado libertad para que la aproveches.
Algunas
de las dificultades que afrontan las personas por estos días no se pueden
clasificar pero considero que a grandes rasgos son tres: el tener, el gozar y
el aparentar; hay que trabajar en eso.

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